El niño desde que nace vive en un contexto eminen-temente
verbal, donde personas, radio, televisión y otras mil y una formas de
interrelación establecen los puentes verbales con él; es decir, el niño al
nacer pasa del "baño amniótico" del vientre materno al "baño
verbal" del ambiente social, que viene a ser el factor condicionante para
la adquisición y desarrollo del lenguaje.
Ese ambiente social con sus manifestaciones de lenguaje, no
sólo rodea al niño sino que hace que lo receptúe y asimile directamente, pues
al niño se le habla desde el primer día de nacido junto con las demostraciones
físicas de afecto: abrazos, besos, caricias y palabras tiernas casi cantadas.
Esta influencia del entorno sociolingüístico hace que el
niño, en un principio, vaya asociando las verbalizaciones a situaciones de
contacto humano y sentimientos de bienestar, constituyendo un fuerte incentivo
para la adquisición del lenguaje. Posteriormente, a medida que progresa, va
tomando conciencia sobre su valor instrumental para las demandas y solicitudes
vinculadas con sus necesidades.
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